50 años han pasado desde que el primer BMW propulsado por electricidad se mostrara al público en los Juegos Olímpicos de 1972. El BMW 1602 se presentó en un color naranja brillante y fue denominado como «Elektro-antrieb», que traducido al español sería algo así como de “accionamiento eléctrico”.
Este modelo estaba construido sobre la base y soporte de los modelos contemporáneos de combustión, teniendo incluso una carrocería y/o apariencia exterior exactamente igual a estos modelos. No existía ninguna diferencia aparente, más que la desaparición del tubo de escape y lo que se escondía bajo el capó delantero.
Una docena de baterías de plomo-ácido de 12 voltios desarrolladas por Varta que tenían un peso aproximadamente de 350 kilogramos. En relación al motor eléctrico, contaba con una potencia de 32 kW (43 CV) e iba instalado contiguo al conjunto de baterías. El motor, al igual que en los modelos de combustión, accionaba el árbol de transmisión que generaba el movimiento de las ruedas traseras.
El BMW 1602 ya contaba con los sistemas tecnológicos iniciales que poco a poco se han ido mejorando y adaptando hasta la actualidad, como el sistema de frenada regenerativa, puesto que el motor funcionaba además como generador y tenía la posibilidad de devolver algo de la energía generada a las baterías que hacían posible el funcionamiento total del vehículo.
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