Justo antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial, Bentley trabajaba en un modelo que fuera innovador tecnológicamente hablando y por supuesto, reflejara la esencia de la marca, unido al lujo, altas prestaciones y la personalización. Bentley Corniche, ese fue el nombre de este modelo.
Destacaba por su diseño aerodinámico que suponía un cambio radical con respecto a los modelos vistos en los años ‘20 y ‘30 por parte Bentley. Además los ingenieros idearon un chasis de acero más ligero, se mejoró el motor proveniente de un MkV, modelo del cual derivaba el Corniche; por otra parte se rediseñó la caja de cambios. Para el diseño exterior recurrieron a Georges Paulin, un diseñador automovilístico francés, mientras que Carrosserie Vanvooren fue la elegida para su producción.
La primera y única unidad estuvo lista en mayo de 1939, se probó en el circuito de carreras Brooklands y alcanzó una velocidad de 160 km/h. Puesto que las pruebas fueron un éxito fue enviado a Francia en julio de 1939, donde realizar pruebas en carretera. Aquí llegaron todos sus problemas. Pronto sufriría el primer accidente, chocando contra un autobús, siendo reparado por Carrosserie Vanvooren. El 8 agosto del mismo año, cuando fue recogido en sus instalaciones tras la reparación, sufrió otro accidente, esta vez impactó contra un árbol, siendo los daños importantes. Por tanto, decidieron separar la carrocería del chasis, este último se envió enseguida a Reino Unido. Mientras que la carrocería se reparó en Francia en un taller local y luego enviada a Dieppe. Fue aquí donde resultó seriamente dañada, casi destruida, por un bombardeo alemán.
La fascinante historia de este malogrado modelo no pasó desapercibida cuando Bentley se encontraba recapitulando su pasado para el centenario. Aunque se llevaba años intentando recuperar este vehículo, el proceso se aceleró. Por ello, el elegido para esta tarea fue Mulliner, la división que desde los años ‘70 produce transformaciones de Bentley únicas y totalmente personalizadas.
Partiendo de los planos originales, combinando piezas originales de lo que quedaba del Corniche y del MkV, produjeron una nueva carrocería imitando la original. Además el interior ha sido recreado por el director de diseño de Bentley tras investigar en los archivos del fabricante. Por último, la pintura también ha necesitado horas de trabajo para imitar y recuperar un color prácticamente olvidado, el Imperial Maroon.
El resultado lo tenéis en fotografías y se presentará por primera vez en el Salon Privé en el Palacio de Blenheim en septiembre de este año.