El Peugeot 405 llegó al mercado en 1987, siendo elegido Coche del Año en Europa en 1988; y en su gama existieron inicialmente versiones con un toque deportivo como las Mi16, pero nada radical. A mediados del año 1992 llegó al mercado un restyling con cambios estéticos exteriores y un renovado interior, entre otros.
En 1993 se lanzó la versión más radical, el 405 T16 que equipaba un motor de dos litros con una culata de 16 válvulas y sobrealimentado con un turbocompresor Garrett. Desplegaba una potencia de 196cv que se incrementaba hasta los 220cv durante unos pocos segundos (unos 40); gracias a la función overboost aumentaba la presión del turbo de 1.1 a 1.3 bares. El par motor se cifraba en 324 Nm.
Las prestaciones de esta versión fueron destacables y más en el momento temporal que se lanzó. Alcazaba una velocidad máxima de 235 km/h y una aceleración en el 0 a 100 km/h de 7’5 segundos. Para obtener un rendimiento óptimo de este despliegue de potencia, equipaba tracción integral permanente a las cuatro ruedas; con un diferencial central viscoso de tipo Torsen, con un reparto del 53% del par al eje delantero y el 47% al trasero.
Exteriormente no hacía gala de elementos deportivos ostentosos como sucedió con el Peugeot 205 Turbo16, la idea era no romper en exceso la imagen de berlina. Si equipaba unas llantas de aleación ligera de cinco brazos y 16 pulgadas, como un logotipo de versión en la parte trasera, pero el alerón trasero lo tomó prestado del 405 Mi16.
Del Peugeot 405 se construyeron más de 4 millones unidades, e incluso sigue en producción. Sin embargo, del 405 T16 se produjeron 1.046 unidades, lo que le convierte en un cotizado clásico.