El Škoda 935 Dynamic fue uno de los primeros prototipos que el fabricante checo desarrolló en la década de 1930 dentro del llamado «programa aerodinámico».
En la década de 1930, Škoda estaba desarrollando vehículos con dimensiones compactas y con motor situado en la parte trasera. Los ingenieros veían en este tipo de configuración ventajas con respecto a la posición delantera; estos modelos tenían mejor capacidad de ascenso en pendientes, elemento importante cuando la potencia de los motores no era como en la actualidad, minimizaba vibraciones en el interior, facilitaba la evacuación de calor del motor, no entrando este en el habitáculo, lo mismo sucedía con los olores y ruidos del motor.
En abril de 1935, el Škoda 935 Dynamic fue presentado en el Salón del automóvil de Praga. Tenía un diseño en forma de «lágrima» siguiendo los principios teóricos establecidos por Paul Jaray, diseñador de las aeronaves Zeppelin y ex asistente de la Universidad Técnica de Praga. La pequeña aleta caudal estaba destinada a compensar los flujos de viento lateral que empujan la parte delantera del vehículo y mejorar así la estabilidad de los vehículos a altas velocidades de hasta 130-140 km/h.
El Škoda 935 Dynamic equipaba un motor plano OHV de cuatro cilindros situado delante del eje trasero, el depósito de 40 litros de capacidad se situaba en el centro y el radiador en la parte delantera. El motor era un dos litros con cigüeñal de aluminio que generaba 55cv a 3.500 rpm. Estaba alimentado por dos carburadores Zenith 26 VEI.
Exteriormente las dimensiones del 935 Dynamic eran amplias, 4860 x 1680 x 1540 mm, con una distancia entre ejes de 3200 mm se convertió en un vehículo con un interior también amplio. En la zona delantera se introdujo una zona de deformación en caso de impacto, detrás de ella iba el neumático de repuesto que ayudaba a mitigar aún más un alcance frontal. Evidentemente el maletero se encontraba en esta zona.
El 935 Dynamic nunca fue producido en masa, únicamente se utilizó como prototipo para el desarrollo de modelos posteriores, pero curiosamente el único existente fue vendido a un cliente checo en 1939. En 1968 un agricultor del área de Banská Bystrica ofreció el automóvil al Museo Škoda, siendo restaurado durante 6 años. Škoda pudo conservar de los vaivenes de la Segunda Guerra Mundial parte de su archivo, principalmente fotográfico, sirviendo como base para la restauración.